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Durante la administración del ex presidente estadounidense Barak Obama, el Fondo de Innovación Social (SIF) fue un programa que recaudó casi US$500 mil millones en fondos públicos, privados y sin fines de lucro, capital que se destinó a variadas inversiones en comunidades de bajos ingresos.

Esa dinámica se denominó “Impact investment” (o “Inversión de Impacto”) y a su cargo estuvo el economista Paul Carttar, quien ostenta más de tres décadas de experiencia en el tema, desempeñándose en diversas instancias del sector público y privado en su pais.

A finales de agosto el experto estuvo en Chile dictando charlas sobre el “Impact investment”, señalando que en el país existen las condiciones para que pueda desarrollarse. “Aquí hay una comunidad emprendedora muy vibrante”, enfatizó.

En términos generales, la “Inversión de Impacto” consiste en poner capital de forma activa en empresas y fondos que generan beneficios sociales o ambientales y que -al mismo tiempo- sean rentables para el inversionista.

De esta forma se apoya a proyectos con o sin fines de lucro -de alto impacto- con un volumen de transacciones millonarias y a tasas de interés o condiciones de inversión favorables para los emprendedores, generando -además-un impacto social medible.

En esta conversacion exclusiva, el destacado experto estadounidense precisa cuáles son las condiciones para que este concepto se desarrolle de manera eficiente.

¿Cómo observa las posibilidades del Impact Investment en América Latina?

– Creo que el atractivo es que hay más capital disponible en el espacio financiero que en lo netamente filantrópico. Cuando se tienen individuos que, efectivamente, aspiran a generar un cambio social y -a la vez- hay barreras en la mayoría de las situaciones en que esos individuos se desenvuelven, el valor está en eliminar esas fronteras.

De allí es que en ambientes en los que no necesariamente existe una tradición fuerte de filantropía, la propuesta de usar capital que se puede recuperar es bastante interesante. Es decir, es posible percibir retornos, pero ayudando a mejorar el mundo y ahí es comprensible que esté el atractivo principal.

Una propuesta de inversión de impacto que tenga algún nivel de retorno de capital, sea bajo o significativo, ya es -en muchos aspectos- más fuerte que intentar construir un mercado filantrópico.

Tengo muchas razones para confiar en que América Latina sea una buena cuna para este tipo de inversiones.

¿Y cómo ve aspectado a Chile, específicamente, en este punto?

– Aquí existe una comunidad emprendedora muy vibrante y dinámica. El emprendimiento social y de otros tipos van de la mano porque ambos comienzan con personas que tienen nuevas ideas y que creen que sus ideas importan y que pueden influir en el entorno. Esos dos factores son requerimientos fundamentales y en Chile están presentes.

Si sientes –conceptualmente- que tienes el poder de hacer cambios pero no tienes ninguna idea concreta, no se logrará cambiar nada. Por otro lado, si tienes ideas geniales, pero no confías en que tu energía influye, en que efectivamente puedes guiar o generar el cambio, tampoco se logrará algo exitoso.

Lo bueno es cuando se tienen ambos, porque la probabilidad de encontrar gente cuya pasión esté en torno al cambio social por sobre ganar dinero será alta.

¿En qué aspectos el Impact Investing es mejor que la inversión socialmente responsable y la filantropía?

En rigor, tiene ventajas y desventajas. Pero, a mi juicio, es una parte esencial del portafolio de una economía social completa.

Por un lado tienes los negocios y las empresas que desean ser tan buenos ciudadanos dentro de su naturaleza corporativa como sea posible, lo cual es algo muy importante de promover.

Por el otro, la filantropía importa, pero ellos necesitan dinero y no tienen realmente la capacidad de generar utilidades por sí mismos.

Entonces, el Impact Investing -ya sea centrado sólo en la preservación del capital o en crear modelos sustentables que ganan lo necesario para sostenerse y que no rentan lo suficiente como para ser atractivos como negocio- es un segmento muy importante.

El Impact Investing puede configurarse de una manera que identifique a ese tipo de organizaciones y las ayude a sostener su trabajo. Ahí existe una gran ventaja. De no ser así, se preservará capital filantrópico.

¿Por qué es importante que esta dinámica incluya un componente de medición constante?

– Porque lo que hace diferente a este concepto de los sistemas convencionales de inversión es el foco en el impacto.

Si la promesa de impacto social es tan significativa que implica la creación de una categoría específica separada, entonces uno pensaría que la gente que se adhirió a la categoría querrá saber si sus expectativas se están logrando. Ante la ausencia de eso, estaríamos ante dos opciones: son simples inversionistas convencionales o son personas que -en definitiva- están auto-engañándose.

El componente de medición debe ser serio y bien pensado, es necesario que se rastreen las inversiones y su impacto social real, de lo contrario parecería que no nos interesa.

¿Cuál es – a su juicio – el peor obstáculo que dificulta el desarrollo del Impact Investment en la región?

– Realmente no veo obstáculos definidos aún. La pregunta que se podría hacer ante este planteamiento es qué tan listo está el mercado en América Latina y en Chile para esta realidad, considerando la real naturaleza y el estado de las intervenciones sociales.

Mucha gente está acercándose al Impact Investing con la expectativa de que lo pueden tener todo; de que pueden obtener retornos de mercado y -a la vez- generar desarrollo social.

Es posible que el retorno que se obtenga de un proyecto social grande y potente pudiera reducir y afectar la rentabilidad del mercado, cosa que me sorprendería en Chile, ya que es un país próspero en comparación con muchos otros. Por eso yo sería optimista en este sentido.

Quizás un potencial obstáculo para la construcción de una sólida comunidad de inversionistas de impacto esté -por ejemplo- en la preservación del capital, por un lado, y en la rentabilidad del mercado, por el otro.

Pero las dudas no se ven en el tema de cuán dispuestos están los inversionistas para participar, sino que en lo preparados que deberán estar los administradores de aquellos fondos de inversión para confirmar e informar la realidad y expresarla con claridad.

** Texto Innovación.cl – Autor: Claudio Pereda